░╦╔╗╔╗╗╔╔╗░╔╦╗╔╗░╔╗╔╦╗╔╗░╦ ░║╠░╚╗║║╚╗░░║░╠░░╠╣║║║╠╣░║ ╚╝╚╝╚╝╚╝╚╝░░╩░╚╝░╝╚╩░╩╝╚░✩"

lunes, septiembre 09, 2013

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE ((97))




Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 97 esa, para probarle al poeta que, como siempre, anda en la luna. Fueron recibidos por una señora amable, que los hizo llenar un formulario y les ofreció café. Quince minutos después pasaban los tres al consultorio. –Antes que nada, doctor, quiero saber si usted también es del Opus De¡ o si sólo trabaja aquí –dijo el sacerdote. –Pertenezco a la Obra –sonrió blandamente el médico. –¿Cuánto cuesta la consulta? –El tono del cura no disimulaba el sarcasmo. –tiene problemas financieros, Padre? –Dígame cuánto. –Nada, si no puede pagar. Las donaciones son voluntarias. Por un breve instante el Padre Boulton perdió el aplomo, pero el desconcierto no le duró mucho. –Esto no parece una obra de beneficencia. –Es una clínica privada. –Ajá... Aquí vienen sólo los que pueden hacer donaciones. –Mire, Padre, si no le gusta le sugiero que se vaya – replicó el doctor–. Pero no se irá sin que yo lo examine. Si quiere me trae a todos sus protegidos, que aquí se los atenderemos lo mejor posible, para eso pagan los que tienen. Y ahora no se mueva y abra bien los ojos. Después de una meticulosa revisión el médico confirmó el diagnóstico previo, pero no se mostró optimista. –Aquí contamos con un equipo excelente, pero se trata de una operación muy delicada. No puedo engañarlo, Padre, sólo un milagro puede devolverle la vista –concluyó. Miguel estaba tan apabullado que apenas lo escuchó, pero Filomena se aferró a esa esperanza. –¿Un milagro, dijo? –Bueno, es una manera de hablar, señora. La verdad es que nadie puede garantizarle que volverá a ver. –Si lo que usted quiere es un milagro, yo sé dónde conseguirlo –dijo Filomena colocando el tejido en su bolsa–. Muchas gracias, doctor. Vaya preparando todo para la operación, pronto estaremos de vuelta. De nuevo en el coche, con Miguel mudo por primera vez en mucho tiempo y Gilberto extenuado por los sobresaltos del día, Filomena le ordenó a Sebastián Canuto que enfilara hacia la montaña. El hombre le lanzó una mirada de reojo y sonrió entusiasmado. Había conducido otras veces a su patrona por esos rumbos y nunca lo hacía de buen grado, porque el camino era una serpiente retorcída, pero esta vez lo animaba la idea de ayudar al hombre que más apreciaba en este mundo. _¿Dónde vamos ahora? –murmuró Gilberto echando mano de su educación británica para no desplomarse de cansancio. –Es mejor que te duermas, el viaje es largo. Vamos a la gruta de Juana de los Lirios –le explicó su hermana. – ¡Debes estar loca! –exclamó el cura sorprendido. –Es santa. –Ésos son puros disparates. La Iglesia no se ha pronunciado sobre ella. –El Vaticano se demora como cien años en reconocer un santo. No podemos esperar tanto –concluyó Filomena. –Si Miguel no cree en ángeles, menos creerá en beatas criollas, sobre todo si esa Juana proviene de una familia de terratenientes –suspiró Gilberto. –Eso no tiene nada que ver, ella vivió en la pobreza. No le metas ideas en la cabeza a Miguel –dijo Filomena. –Si no fuera porque su familia está dispuesta a gastar una fortuna para tener un santo propio, nadie sabría de su existencia –interrumpió el cura. 97 Librodot





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hermoso saber que existen personas que lean este proyecto. Gracias por su honorable visita. Les saluda y le doy la bienvenida a leer: Luna Cielo Azul. ©Siervadelmesías.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...